Los principales representantes del diseño argentino mostraron al público que la moda nacional se merece un lugar en el panel internacional y que su talento sigue adelante.
Piezas inspiradas en la madera y el cartón, trajes de corte quijotesco, moda urbana neoyorquina adaptada al estilo bonaerense, prendas que se remontan a las tribus étnicas sudamericanas e incluso una colección que se refleja en las piezas del 'Tetris' se han podido ver en los treinta desfiles que se celebraron en la BAFWeek argentina durante esta semana.
Tras cinco días de frenético trabajo y exitosos resultados, el glamour abandonó los 12.000 metros cuadrados que ocupaban las instalaciones hasta la próxima edición de agosto.
Las 220 modelos que prácticamente han vivido allí deberán continuar sus carreras más allá de la décima edición de la BAFWeek, que aspira a ocupar un lugar entre las pasarelas internacionales, y las más de 50.000 personas que han sido testigos de los desfiles deberán esperar seis meses más para vivir la moda en Buenos Aires.
El desfile de Araceli Pourcel abre la última jornada, y minutos antes de comenzar, la actividad es frenética en el camerino donde se aloja.
Modelos con un enorme antifaz naranja pintado sobre la piel y una larguísima trenza pululan por allí, entre las típicas empanadas argentinas y botellas de refrescos, mientras las costureras se afanan con las últimas puntadas para que los diseños queden perfectamente adaptados al cuerpo de las modelos.
"La BAFWeek se está acomodando en el panorama internacional, aquí le ponemos mucha garra", asegura Pourcel a Efe mientras ultima los detalles del inminente desfile, que acompañará con una banda de son en directo.
Mientras tanto, aunque con más calma, Nadine Zlotogora trabaja también para que en su pase, en el que pretende mostrar una pequeña parte de su "nadinelandia", todo salga perfecto.
Ella cree que "hacen falta voluntad y compromiso de desarrollo por parte de todos los agentes de la sociedad", porque Argentina tiene "material suficiente" para posicionarse en el mundo.
Todo el trabajo de meses se concentra cuando las modelos saltan a la pasarela y se pasean frente al público, que hace algo más de una hora que comenzó a hacer cola para poder asistir al desfile.
Pero en la BAFWeek las numerosas y larguísimas colas no son solo para poder ver la moda en sí, sino que la gente espera mucho tiempo para que se les haga un moderno peinando gratuito, para que se les saque una foto artesanal o se les maquille con los últimos productos de una conocida marca de cosméticos.
Mientras que el público espera pacientemente en alguna de estas colas, el backstage de la BAF no duerme.
De las 220 modelos que han trabajo durante esta semana en la feria del diseño, algunas se visten para su próximo desfile, otras se maquillan y otras aún están en peluquería.
"Este año los diseñadores han elegido looks más alternativos, mientras que las marcas apuestan por líneas más urbanas", asegura Esteban Colombo, jefe de peluquería de la BAF.
En esta edición ha predominado la belleza de la modelo frente a las anteriores, en que "se las caracterizaba demasiado", según explica.
Pero no todo es brillo en la BAFWeek.
En la puerta se manifestaba hoy la Unión de Trabajadores Costureros, que denunciaba la existencia de talleres clandestinos en Buenos Aires que son explotados por algunas de las marcas presentes en la muestra, como Puma, Adidas o Lacoste.
Piezas inspiradas en la madera y el cartón, trajes de corte quijotesco, moda urbana neoyorquina adaptada al estilo bonaerense, prendas que se remontan a las tribus étnicas sudamericanas e incluso una colección que se refleja en las piezas del 'Tetris' se han podido ver en los treinta desfiles que se celebraron en la BAFWeek argentina durante esta semana.
Tras cinco días de frenético trabajo y exitosos resultados, el glamour abandonó los 12.000 metros cuadrados que ocupaban las instalaciones hasta la próxima edición de agosto.
Las 220 modelos que prácticamente han vivido allí deberán continuar sus carreras más allá de la décima edición de la BAFWeek, que aspira a ocupar un lugar entre las pasarelas internacionales, y las más de 50.000 personas que han sido testigos de los desfiles deberán esperar seis meses más para vivir la moda en Buenos Aires.
El desfile de Araceli Pourcel abre la última jornada, y minutos antes de comenzar, la actividad es frenética en el camerino donde se aloja.
Modelos con un enorme antifaz naranja pintado sobre la piel y una larguísima trenza pululan por allí, entre las típicas empanadas argentinas y botellas de refrescos, mientras las costureras se afanan con las últimas puntadas para que los diseños queden perfectamente adaptados al cuerpo de las modelos.
"La BAFWeek se está acomodando en el panorama internacional, aquí le ponemos mucha garra", asegura Pourcel a Efe mientras ultima los detalles del inminente desfile, que acompañará con una banda de son en directo.
Mientras tanto, aunque con más calma, Nadine Zlotogora trabaja también para que en su pase, en el que pretende mostrar una pequeña parte de su "nadinelandia", todo salga perfecto.
Ella cree que "hacen falta voluntad y compromiso de desarrollo por parte de todos los agentes de la sociedad", porque Argentina tiene "material suficiente" para posicionarse en el mundo.
Todo el trabajo de meses se concentra cuando las modelos saltan a la pasarela y se pasean frente al público, que hace algo más de una hora que comenzó a hacer cola para poder asistir al desfile.
Pero en la BAFWeek las numerosas y larguísimas colas no son solo para poder ver la moda en sí, sino que la gente espera mucho tiempo para que se les haga un moderno peinando gratuito, para que se les saque una foto artesanal o se les maquille con los últimos productos de una conocida marca de cosméticos.
Mientras que el público espera pacientemente en alguna de estas colas, el backstage de la BAF no duerme.
De las 220 modelos que han trabajo durante esta semana en la feria del diseño, algunas se visten para su próximo desfile, otras se maquillan y otras aún están en peluquería.
"Este año los diseñadores han elegido looks más alternativos, mientras que las marcas apuestan por líneas más urbanas", asegura Esteban Colombo, jefe de peluquería de la BAF.
En esta edición ha predominado la belleza de la modelo frente a las anteriores, en que "se las caracterizaba demasiado", según explica.
Pero no todo es brillo en la BAFWeek.
En la puerta se manifestaba hoy la Unión de Trabajadores Costureros, que denunciaba la existencia de talleres clandestinos en Buenos Aires que son explotados por algunas de las marcas presentes en la muestra, como Puma, Adidas o Lacoste.